Cosas para leer: Imperio Secreto y Capitán América

La gran saga Marvel de 2017, guionizada y concebida por Nick Spencer y dibujada por un buen número de dibujantes diferentes, con estilos a veces en choque directo entre ellos y calidad variable. 

El título y la concepción parten del homenaje, algunos dirían imitación, de la saga del Imperio Secreto del Capitán América de 1974, en que nuestro héroe se enfrentaba a una maligna organización conocida con ese nombre solo para descubrir, al final, que su líder era un alto funcionario de los EEUU (se implica que el presidente, pero nunca es mencionado directamente ni se le ve el rostro). 

Si la saga original fue un claro ataque, al menos una crítica nada sutil, contra Richard Nixon (que aún no había abandonado la presidencia en ese momento) la saga contemporánea parece señalar diréctamente a Trump y su presidencia. 

El Capitán América, por un típico recurso de los cómics, ha sido corrompido por una ideología fascista, la de Hydra, y utiliza su prestigio y conexiones para convertirse en líder indiscutible de unos Estados Unidos que se resisten sorprendentemente poco.

El símbolo supremo de los ideales en que, se supone, se basa el país ha sido reemplazado por una versión monstruosa de dichos valores y una gran parte de la población simplemente lo acepta, incluso lo celebra.

Las semillas de la historia se habían sembrado en las dos colecciones del Capitán América, donde Steve Rogers había sido reemplazado como Capitán América por Sam Wilson, el Halcón. Esta sustitución del héroe blanco por el negro como símbolo de América era contestada en el universo Marvel por comentarios racistas, protestas y rechazo... comportamiento profético que fue rápidamente reproducido en el mundo real en muchos entornos de fans de los comics (y de aquellos que solo aparecen en estas polémicas, claro).

A lo largo de la saga muchas críticas han sido sorprendentemente vitriólicas y apasionadas, y reaccionado como si desconocieran completamente los mecanismos del cómic de superéroes y más centrados en sus propias construcciones ideológicas que en verdaderos problemas o defectos del cómic. Una única viñeta del Steve Rogers Capitán América número 1, con el héroe diciendo "Hail, Hydra", provocó miles de comentarios ofendidos, insultos y amenazas de boicot (y memes). 

Sin esperar a que hubiera una explicación, sin dar ocasión a saber que estaba pasando (lo que por otra parte, y teniendo en cuenta los eventos inmediatamente anteriores, era bastante obvio) miles de personas se declararon ofendidas y traicionadas por esa simple viñeta. Que un héroe había sido corrompido y su mente lavada por sus enemigos, algo que es el pan nuestro de cada día, de pronto, se convierte en crucial en esta constante guerra cultural que EEUU está exportando en los últimos años. Y innegablemente el cómic era, en ese momento lo de menos.

Y  Nick Spencer, con Marvel, decidió que no se iba a detener allí: la Saga de Imperio Secreto es la culminación de ese trabajo realizado en Capitán América, nos cuenta como todo el país es dominado por ese Capitán-Hydra, como plantea una nueva verdad con la fuerza de la autoridad y como el público, en general, la acepta; ha puesto un espejo delante del fandom, delante de América, y ha mostrado lo fácil que es deslizarse hacia sitios muy desagradables.

Como podemos imaginar todo se resuelve, el mundo y los personajes vuelven a la normalidad, el Capi vuelve a ser el que todos conocemos. Pero quizás en el mejor momento, relegado al número epílogo titulado Imperio Secreto Omega, de la saga el autentico Capitán y su réplica fascista intercambian palabras en una cárcel, cada uno firme en sus principios, uno triunfante por ahora y el otro prometiendo volver, nunca ser olvidado, acechar siempre a la sombra de los ideales democráticos.


Lo más molesto de toda la saga es pensar que estos tremendos cambios sucedidos a los personajes y al país (al mundo en su conjunto) se barren debajo de la alfombra, para ser olvidados en poco tiempo. Durante unos meses (el tiempo Marvel, ya se sabe, es difícil de precisar) los Estados Unidos de América se han convertido en un estado fascista, se han destruido ciudades, se han creado campos de concentración, miles de personas han muerto... pero tras contar lo que nos querían contar, cuando se ha cerrado la última página, todo vuelve a la normalidad. Los niños, adoctrinados en las escuelas en la adoración al ideario fascista de Hydra, volverán a su juramento a la bandera, los funcionarios ascendidos por su lealtad al nuevo Líder Supremo seguirán trabajando y todos olvidarán que alguna vez, durante un breve tiempo fueron nazis. 

Sería interesante que otros autores analizaran estas ideas con más detenimiento, plantear que sucede con esa gente (aquellos que se plegaron y ajustaron a hydra) o como se deshace el daño a las relaciones humanas, comunitarias y raciales después de esta situación. Pero en vez de eso Marvel ha decidido optar por una actitud diferente, asustados por el poco éxito comercial de sus movimientos más liberales de los últimos años (principalmente el aumento de la diversidad racial y de género en sus cabeceras), parecen decididos a echarse atrás y optar por una opción menos política. 

Puntuacion: 6/10

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