Cosas para leer: Incognito de Ed Brubaker y Sean Phillips

Incognito es un comic de Ed Brubeker, en el guión, y Sean Phillips, en el dibujo. Autores que han conseguido una merecida fama y prestigio tanto en sus obras dento del género de superhéroes, el estándar del mercado americano de comics, como fuera (o meramente en los límites) del mismo. 

La crítica se ha apresurado a comentar las similitudes con otras dos obras de este mismo tándem creativo: Criminal y Sleeper.  Criminal es una serie de género negro puro mientras que Sleeper, como la serie de la que hablamos en este artículo, mezcla los recursos de este con el género de los superhéroes. 

Mientras que con Criminal los paralelismos son principalmente en cuanto a recursos formales, el argumento de la segunda y la serie que nos ocupa guardan también una conexión argumental: si en Sleeper tenemos la historia de un superhéroe que es infiltrado en una organización criminal, Incognito versa sobre un supercriminal que debe mantenerse oculto bajo una apariencia de normalidad. 

A través de la voz del protagonista conocemos la historia de Zack, un antiguo supervillano que, tras declarar en un juicio contra su antiguo jefe, se encuentra escondido por el programa de protección de testigos. Alienado frente a la sociedad normal, de forma similar a como lo son muchos de los protagonistas del noir, su vida es una mezcla de aburrimiento y desesperación hasta que, de alguna manera, sus poderes, anulados químicamente como parte del trato con las autoridades, regresan parcialmente. El antiguo supervillano, no pudiendo volver a su antigua vida de criminal, donde le reconocerían y se metería en problemas, decide enfundarse una máscara y hacer lo que nadie podría esperar, se convierte en una especie de justiciero. Por supuesto desde ese momento comienza a desatarse una carrera entre sus antiguos enemigos y aliados para encontrarle, intentando utilizarle o vengarse para solucionar los asuntos pendientes del pasado. 

Al mismo tiempo que el personaje principal, que resulta saber sorprendentemente poco sobre su propio origen y condición, vamos descubriendo las claves de una historia que se hunde en el ayer y se conecta directamente con un antiguo justiciero de los años 30, con algunas similitudes con La Sombra o La Araña. 

La inspiración en los justicieros pulp es evidente, entre los otros personajes que pueblan el comic nos encontramos con Muerte Negra, el supervillano jefe contra el que testificó nuestro protagonista, y también con Zoe Zeppelin, la hija de otro justiciero de los año 30 (en este caso un émulo de Doc Savage). Brubaker menciona como una ifluencia consciente las revistas pulps y también el universo de Wold Newton (¿es acaso el nombre de Phileas Farmer, un personaje del comic, su particular homenaje a Philip José Farmer?), incluyendo su propio evento meteorítico como fuente de las capacidades superhumanas de sus personajes desde el siglo XVIII. 

Sin embargo, el mundo en que transcurre esta aventura es, aparentemente, muy similar al nuestro, la actividad de los seres superhumanos ha sido concienzudamente ocultada por una conspiración de las altas esferas de la que muy pocos son completamente conscientes. Los héroes, aunque las fronteras morales parecen algo nebulosas en este caso, no se limitan a ser servidores del poder, en el mundo de Incognito se han convertido en el poder en la sombra. Y, pese a ello, el mundo no es un lugar mejor por ello. Los superhumanos libran sus guerras secretas sin que los humanos normales tengan voz ni voto, en un mundo paralelo y oculto, regido por sus propias reglas morales, que sólo circunstancialmente se mezcla con la vida normal, con consecuencias normalmente catastróficas. 

Privado de sus elementos fantásticos el argumento básico no deja ser extrapolable a una novela de género negro. En ellas, normalmente, tanto héroes como villanos forjan también sus propias normas, en un entorno corrupto en el que las ideas convencionales de moralidad y justicia no tienen sentido. 

De la misma manera el recurso de la voz en primera persona, que Brubaker repite muy a menudo en sus obras, también nos remite a esas mismas novelas y nos permite conectar con un personaje que, de otro modo, no resulta particularmente simpático ni agradable. 

El dibujo de Sean Phillips, clásico y estilizado, tiende más a la aproximación oscura, abundan las sombras, de lo que normalmente nos encontramos en el comic de superhéroes. El dibujante da la sensación de sentirse más cómodo en las escenas cotidianas y dibujando gente normal que con los elementos más fantásticos, creando una extraña yuxtaposición cuando ambos se encuentran, como en la escena en que unos matones superhumanos, pero sorprendentemente cotidianos, intentan acabar con Zack en un centro comercial. 

Las portadas pintadas, que se incluyen en menor tamaño en el tomo, en una paleta limitada, básicamente en blanco y negro con algunas manchas de color no necesariamente naturalista, son en si mismas magníficas ilustraciones. 

La edición en tomo en castellano por parte de Panini Comics es correcta en casi todos los puntos, sin embargo comete un error de bulto al eliminar los artículos de Jess Nevins aparecidos en la versión original, que hablan sobre diversos personajes y géneros pulps con magníficas ilustraciones de Philips, sustituyéndolos por un único artículo más largo escrito por Javier Jiménez Barco y José Miguel Pallarés. Si bien el artículo de estos últimos es correcto, no tengo ninguna queja sobre el texto en si mismo, resulta un poco arbitrario eliminar una parte de la obra original y más cuando uno de los artículos originales es en realidad una breve ficción en la que introduce entre los datos factuales de los anteriores artículos datos imaginados que dan carta de naturaleza en los años 30 a los personajes creados por Brubaker para este cómic. Para el que quiera leer dicho artículo hay una versión ampliada en el blog de Jess Nevins (aquí).

En conclusión un comic entretenido, bastante bien dibujado y escrito pero, para nada, revolucionario, reciclando las ideas y obsesiones de Brubaker para proporcionarnos entretenimiento ligero que puntualmente intenta aparentar ser algo más.

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